Décadas atrás, cuando China todavía no se había abierto al mundo, este país y su idioma eran un gran misterio para la mayoría de nosotros. Y aunque en la actualidad China sale nombrada casi a diario en los periódicos, y el estudio del chino se hace cada vez más popular, incluso ahora persiste un gran desconocimiento sobre la naturaleza de este idioma. Quizás no llame la atención que el ciudadano corriente no sepa que el chino es un idioma tonal, que no tiene una abecedario, etc, pero lo que sí es más preocupante es la falta de un entendimiento profundo del idioma del que carecen muchos alumnos e incluso profesionales que ejercen como profesores de chino.
Manual de traduccion Chino/español de Laureano Ramírez Bellerín.

Cuando un hispanoparlante se pone a estudiar un idioma como el francés o el inglés, prácticamente no hay nada demasiado nuevo que «entender» del nuevo idioma; quizás éste tenga algunos aspectos diferentes, pero son perfectamente asimilables intuitivamente. El chino, en cambio, es otra cosa completamente. Incluso sus diferencias son de una naturaleza tal que no pueden ser entendidas por alguien que no tenga nociones mínimas. Salvar este mar de ignorancia no es fácil, pues muchos profesores chinos no saben explicar las cualidades únicas que tiene su propio idioma, y tampoco saben plasmarlo en los libros que escriben.

No hace mucho, escondida en un libro muy técnico sobre traducción, encontré la mejor introducción al idioma chino que haya leído hasta la fecha. Me estoy refiriendo al Manual de Traducción Chino/Castellano del profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, Laureano Ramírez Bellerín. Este eminente autor, en casi cien páginas de esta voluminosa obra, hace una síntesis profunda, y a la vez clara para el lector, sobre la naturaleza del idioma chino. La visión de conjunto que ofrece este libro nos hace entender conceptos como el monosilabilismo intrínseco que existe en el idioma chino, el desarrollo histórico del bisabilismo para evitar la polisemia, la diparidad de los campos semánticos que existen en idiomas con raíces tan diferentes como el español y el chino, etc. El conocimiento de estas nociones ayudaría al alumno de chino a, por ejemplo, no desesperarse cuando no se ponga de acuerdo con un chino ni si quiera sobre el sabor de un determinado alimento, simplemente porque no entendemos lo mismo sobre lo que significa dulce, picante, etc. Le ayudará también a cometer cada vez menos errores, como, por ejemplo, el que ya mencioné en la siguiente historia, que es bastante típico.

Mi recomendación, por lo tanto, es que el estudiante de chino lea al menos el capítulo segundo de este libro. Estoy seguro de que su lectura ejercerá una influencia positiva en su formación y en la búsqueda del dominio de este difícil pero fascinante idioma. Y que la expresión “Esto suena a chino”, en los próximos decenios, vaya perdiendo significado.

Enlace al libro en la librería especializada Aprende Chino Hoy: Manual de traducción